Juan Pablo II el Papa guadalupano. Eduardo Garibay Mares

Juan Pablo II el Papa guadalupano. Eduardo Garibay Mares

 

LINKJuan Pablo II el Papa Guadalupano. Eduardo Garibay Mares

 

www.prensalibremexicana.com

 Diciembre 17 de 2015

 

Publicado el artículo México guadalupano, de Eduardo Garibay Mares, el viernes 15 de diciembre de 2006 en el periódico Cambio de Michoacán, esta colaboración fue reproducida e ilustrada el en el Foro Juan Pablo II, el 16 de febrero de 2007 por ACI Prensa vaticana, con el título Juan Pablo II el Papa Guadalupano:

México guadalupano, de Eduardo Garibay Mares, en el Foro Juan Pablo II
México guadalupano, de Eduardo Garibay Mares, en el Foro Juan Pablo II

Enlaces Internet:

Juan Pablo II el Papa guadalupano – Foro Juan Pablo II (Sólo datos)

http://www.forojuanpabloii.org/v1/printn.php?leernoticia=545 (Sólo datos)

http://vanguardia-social.blogspot.mx/2011/11/juan-pablo-ii-el-papa-guadalupano.html

México guadalupano – Cambio de Michoacán

 LINK: México guadalupano, de Eduardo Garibay Mares, en el Foro Juan Pablo II

Juan Pablo II el Papa guadalupano

 

Madre de millones de mexicanos que han hecho del 12 de diciembre día de fiesta nacional, en memoria del milagro de su revelación en la tilma de Juan Diego, la Virgen de Guadalupe es fuente de paz, lazo de unión, luz, guía y camino del pueblo de México

 

Eduardo Garibay Mares

Viernes 15 de diciembre de 2006

 

Por su origen milagroso y por la fe que el pueblo le prodiga, la Virgen de Guadalupe es uno de los máximos símbolos de la identidad indígena, criolla y mestiza del pueblo de México, al que distinguió como católico, devoto, religioso y guadalupano, con sus cuatro apariciones a Juan Diego, recientemente santificado.

Así lo ejemplifica la tregua de amor guadalupano que cada año esfuma el caos que daña al país, misma que ocurre desde la víspera del 12 de diciembre, cuando en todos los poblados se culmina con peregrinaciones para venerar a la Madre de Dios, integradas por familias, vecinos, amistades, campesinos, obreros, comerciantes, empleados y empresarios, que acuden a festejar, ofrendar, pedir alivio a sus necesidades, agradecer dones recibidos y, principalmente, a ponerse al amparo de la Virgen de Guadalupe, madre de los mexicanos, reina de México y emperatriz de América. Día de fiesta nacional al que precede el cotidiano rezo del rosario, del 28 de octubre al 12 de diciembre, esto es, 46 rosarios que refieren al mismo número de estrellas que adornan el manto virginal de la advocación mexicana de María, madre de Jesús, el hijo de Dios hecho hombre.

Rezo del Rosario que comprende los principales hechos de la vida de Jesús, acompañado de María, donde los católicos, en comunidad, unen la caridad en bien del prójimo al ruego por la presencia y bendición de Dios, para que en las familias de la parroquia, del país y de todo el mundo, se tenga cuidado especial de niños y jóvenes, que se les eduque en la fe y en los valores humanos universales, dándoseles ejemplo de sobriedad y respeto, así como un ambiente de equidad y armonía. E igual piden por quienes son víctimas del hambre, la injusticia, el terrorismo, y la guerra, entre otras cosas.

Solidaridad a la cual exhortó el Papa guadalupano Juan Pablo II, al dirigirse a los sectores de poder, responsables de los pueblos, cuando tras señalarlos como clases poderosas que tienen a veces improductivas las tierras y esconden el pan que a tantas familias falta, les hizo ver que la conciencia humana, el sentir de los pueblos, el grito del desvalido y, sobre todo, la voz de Dios, eran la razón por la que la voz de la Iglesia les repetía junto con él que no era humano ni cristiano continuar con ciertas situaciones claramente injustas, y que para remediarlo habría que poner en práctica medidas reales y eficaces, a nivel local, nacional e internacional.

Historia de las apariciones

En la madrugada del sábado 9 de diciembre de 1531, un indio llamado Juan Diego iba de su pueblo a la Ciudad de México, para asistir en el templo a sus clases de catecismo y oír misa. Ya amanecía cuando al pasar por el cerro Tepeyac escuchó una voz que lo llamaba. Subió a la cumbre y vio a una señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual le dijo: «Juanito, el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra, y a todos los que me invoquen y en mí confíen. Ve donde el señor obispo y dile que deseo un templo en este lugar. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo». De regreso, al encontrarse de nuevo con la Virgen María, Juan Diego le dijo que había sido recibido por fray Juan de Zumárraga y escuchado perfectamente, pero que al parecer no le había creído.

La Virgen le pidió que al día siguiente fuera de nuevo a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez, el domingo 10, el obispo, luego de oírlo, le dijo que le pidiese a la señora alguna prueba de que era la Madre de Dios, y que era su voluntad se le construyera un templo. De regreso, Juan Diego halló a María, le narró los hechos, y ella le mandó volver al día siguiente. Pero al otro día, lunes 11, Juan Diego no volvió al cerro, pues su tío Juan Bernardino se enfermó y por eso en la madrugada del 12 de diciembre tuvo que ir a toda prisa a conseguirle a su tío un sacerdote, a fin de que lo confesase y preparase a bien morir, siendo así que para evitar a la señora él tomó otro camino, aunque María salió a su encuentro y él le contó avergonzado lo que ocurría. Entonces la Virgen le aseguró que su tío ya estaba sano, y Juan Diego a su vez le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le indicó que subiera al cerro, y en la cumbre Juan Diego halló rosas de Castilla, mismas que cortó y puso en su tilma para llevárselas al obispo, ante quien la desplegó para que viese las rosas, que al caer al suelo dejaron ver la milagrosa imagen de la Virgen de Guadalupe, misma que el obispo llevó a la iglesia mayor, para posteriormente edificar una ermita en el lugar señalado.

Santuarios en Morelia y Ciudad de México

En Morelia, uno de los principales accesos al Santuario de Guadalupe es la Calzada Fray Antonio de San Miguel, construida en 1731 por el obispo Juan José Escalona y restaurada en 1785 por el fraile de quien hoy lleva el nombre. De portada barroca, la construcción del santuario guadalupano se efectuó de 1708 a 1716, y su interior fue decorado en 1915 por el artesano Joaquín Orta, quien combinó la tradición indígena de la escultura en barro con el trabajo europeo de yesería, implicando una reinterpretación del rococó francés mediante el colorido y los motivos ornamentales propios de México.

En el Distrito Federal, al norte del valle de México un macizo montañoso penetra dividiendo Naucalpan y Cuautitlán, para terminar en el cerro del Tepeyac y su valle, donde además de las edificaciones construidas a partir del siglo XVI, se encuentra la nueva Basílica de Guadalupe, construida entre 1974 y 1976 conforme al proyecto del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, cuyo diseño circular permite que la milagrosa Virgen de Guadalupe pueda ser vista desde cualquier punto de la iglesia, donde un crucifijo vacío significa la resurrección de Cristo, y sus siete puertas en el frente aluden a las siete puertas de Jerusalén, referidas por Jesús.

Corolario

Madre de millones de mexicanos que han hecho del 12 de diciembre día de fiesta nacional, en memoria del milagro de su revelación en la tilma de Juan Diego, la Virgen de Guadalupe es fuente de paz, lazo de unión, luz, guía y camino del pueblo de México que entero la venera, a excepción de los no católicos, en infinidad de capillas, templos, iglesias y santuarios, como los dos mencionados. Miles de lugares donde año con año crecientemente impera la tregua de amor guadalupano, sobre la crisis que asola al país. Ni más ni menos.