Reflexión dominical del Padre Pistolas. Por amor al prójimo, perdónalo. Domingo 14 de Septiembre de 2014

PPor amor al prójimo, perdónalo

Reflexión dominical del Padre Pistolas

Domingo 14 de Septiembre de 2014.

 

Alfredo Gallegos Lara. Padre Pistolas

Prensa Libre

Jacona, Michoacán. Septiembre 15 de 2014. No. 889. Página 3

 

– El libro del Sirácides (180 a.C.) nos habla de lo que es necesario, el perdón en la vida diaria.

– Cristo perdona millones de veces ¿tú por qué perdonas?.

– Se supone que al pedir perdón a Dios, debemos perdonar al prójimo.

– Amnistía viene de “amnesia”, olvidar.

– Muchas enfermedades se deben al rencor y la ira.

– Si no perdonamos la vida a un prisionero de guerra así Dios nos tratará.

– La muerte es la puerta para pasar al reino, donde estaremos con Cristo para siempre.

– Dios no nos trata como merecen nuestros pecados.

– Perdonar no es fácil pero tampoco imposible.

– Debemos perdonar al que no puede pagar la renta, al que te raspó el coche, al cónyuge que dijo algo indebido y al que te pide perdón.

– El rencor, la cólera y los celos los sufre el que los tiene.

– Fuertes y débiles, pobres y ricos, estamos unidos en el amor de Dios.

– La razón de perdonar es el amor al prójimo.

– Los maestros de la ley decían que Dios perdona tres veces, Cristo dice; “70 veces 7”.

– Quien se queja de las ofensas recibidas no tiene derecho de tratar mal a los demás.

– Si no nos reconocemos pecadores perdonados, difícilmente perdonaremos a los demás.

– De niño me decían roba que al cabo nadie te ve, pero yo sí me veo y no quiero tener “remordimientos” les contestaba.

– Me gusta poner carretera, agua potable y luz eléctrica a los ranchos aunque no sean de mi parroquia y una vez que se estrenó el agua potable delante del gobernador, me dijo una señora, Padre, pero ahora falta lo principal. ¿Qué falta señora? el sacerdote y la iglesia contestó la señora, mire cuando no teníamos luz nos alumbrábamos con aparatos de petróleo, cuando no teníamos carretera íbamos al pueblo a caballo pero si tenemos un enfermo ¿quién lo confiesa?.

– A un pobre monje ermitaño le cayeron unos ladrones que se llevaron todo lo que tenía menos una bolsita con el dinero, los llama el monje corriendo tras ellos y les dice vengan les falta lo principal y ellos al ver que era un hombre de Dios le devolvieron todo.

– Padre Pistolas acúseme que me quiero divorciar de mi marido porque anoche me quería ahorcar.

– Hija, y ¿por qué no te ahorcó?.

– Es que el señor que estaba acostado conmigo me defendió, si no sí me ahorca.

Que Dios los bendiga.